El Gobierno dividido sobre la boda gay de Maroto y si Rajoy debe asistir



El PP ha debatido en distintas reuniones si Mariano Rajoy debe asistir o no a la boda del vicesecretario de Acción Sectorial del PP, Javier Maroto, que el 18 de septiembre se casa en Vitoria con su novio. Algunos ministros han opinado que no sería coherente con el recurso que se presentó al Constitucional.

El presidente está invitado a este enlace y su presencia aún no ha sido confirmada. Pese a que se trata de una decisión personal de Rajoy, que afecta a su ámbito privado, la asistencia a la boda de Javier Maroto presenta importantes derivadas políticas por la posición que el PP ha mantenido en contra del matrimonio gay.

Según confirman fuentes del partido, el asunto se ha discutido intensamente en reuniones de la cúpula del PP y ha sido objeto de debate entre los miembros del Gobierno. Entre quienes se han pronunciado en contra de la asistencia a la boda figura, según fuentes populares, el ministro del Interior,  Jorge Fernández Díaz. El argumento esgrimido de quienes se oponen es que resultaría incoherente con el recurso que el PP presentó ante el Tribunal Constitucional contra la ley de Zapatero, que permite el matrimonio entre personas del mismo sexo. Un recurso que ya dividió al PP en ese momento y que Rajoy asumió personalmente, tras las críticas públicas de algunos de los suyos.

La relación de Rajoy con Maroto, ex alcalde de Vitoria, se ha estrechado desde que el presidente le llamara en junio pasado para formar parte de la nueva dirección popular, con el encargo de potenciar el perfil social del partido. La boda estaba planificada de antemano y han sido invitados el resto de miembros de la cúpula del PP, compañeros del día a día enGénova de Javier Maroto.

La presencia del presidente carecería de repercusión y no se produciría ninguna discusión interna ni se le recomendaría que no acuda sino fuera porque evidencia la tensión entre las dos almas que coexisten en el PP -la más conservadora y la más de centro-, cuya convivencia no es siempre cordial. Tampoco el debate sería tan intenso si en diciembre no fueran a celebrarse elecciones generales. Y Rajoy necesita a todo su espectro ideológico de votantes para repetir en La Moncloa. En Génova nadie oculta que todas las decisiones que se adoptan tienen una única motivación: los próximos comicios.

El PP se enfrenta a la paradoja de ser percibido en estos momentos por los ciudadanos como un partido muy escorado a la derecha (en el último sondeo del CIS en julio se le ubicaba en el 8,26, siendo el 0 la izquierda y el 10 la derecha [consulte el documento en PDF]), justo cuando ha consumado en esta legislatura el divorcio con su votante más conservador, a propósito de algunos temas. Los populares sufrieron un severo desgaste en 2012 con la excarcelación del etarra Bolinaga y, posteriormente, con la aplicación de la doctrina Parot, que supuso la puesta en libertad de centenares de terroristas. En 2014, la decisión del Gobierno de renunciar a una nueva ley del aborto, que derogara la ley de plazos actual -recurrida como el matrimonio gay al TC- produjo también un importante rechazo del votante más tradicional del PP, hasta el punto de que diputados y senadores han votado en contra o se han abstenido ante la reforma que se planteó en compensación.

En este clima de distanciamiento del PP con su suelo de votantes más devoto, agravado por la corrupción y la aparición de nuevos partidos, se enclava la decisión del presidente de ir o no al enlace del ex alcalde de Vitoria. Hacerlo, al margen del gesto personal, le puede granjear simpatías entre el electorado más de centro y, en cambio, irritar a quienes se consideran más de derechas.

Y, por supuesto, entra en juego también la cuestión de la coherencia. El PP siempre ha defendido, y en ello basó su recurso de inconstitucionalidad, que la ley desnaturaliza «la institución básica del matrimonio». «Entre la ley y el oportunismo político, siempre estaré con la ley. Y si me equivoco, lo siento muchísimo», dijo Rajoy sobre la presentación del recurso, después de que Esperanza Aguirre lo rechazara porque ponía al PP en contra del colectivo homosexual.

MARISOL HERNÁNDEZ

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