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Educación Financiera: la otra cara de la moneda


La asignatura de “Educación Financiera” es un espacio donde se pretende enseñar al alumnado cómo administrar su riqueza junto con los pasos a seguir para culminar una negociación exitosa entre individuo y banca. Sin embargo, el contenido de la asignatura, elaborado por el Ministerio de Educación junto con la Comisión Nacional del Mercado de Valores y el Banco de España, difiere bastante con lo que acontece en la realidad.


Educación Financiera: la otra cara de la moneda
Andrés Nieto Porras . .
Mucho ha dado que hablar durante la última semana la nueva asignatura de implantación gradual en las aulas de tercero y cuarto de E.S.O., gracias sobre todo al programa de Salvados, “Mis primeras finanzas”.
Esta asignatura es “Educación Financiera”, un espacio donde se pretende concienciar y tratar de enseñar al alumnado como administrar su riqueza junto con los pasos a seguir para culminar una negociación exitosa entre individuo y banca. Por supuesto, el aprendizaje del funcionamiento del sector financiero no es sólo cometido de economistas, inversores o empresarios sino también de la población general, y más en la situación de incertidumbre, confusión y estafas en la que nos encontramos. Por ello, hemos de considerar esta nueva materia no sólo útil, sino necesaria. Sin embargo, indagando en los conceptos del material elaborado por el Ministerio de Educación junto con la Comisión Nacional del Mercado de Valores y el Banco de España para su implementación, no podemos sortear las diferencias entre lo que se pretende enseñar y lo que ocurre en la realidad.
Primero, me detengo en una pregunta muy sencilla del tema introductorio: “¿Por qué debemos ahorrar? “Cada uno de nosotros tendremos una opinión al respecto. Cada persona puede desear ahorrar por diversos motivos: seguridad para el futuro, poder pagar la universidad de sus hijos, planear unas vacaciones y un largo etcétera. No obstante, la respuesta que nos encontramos en el material de la asignatura es “para invertir y tratar de generar más riqueza”, proponiendo mecanismos como la cuenta corriente, cuentas a plazo fijo o inversiones en cartera; un argumento del sentimiento capitalista más arcaico que implica poner en manos de la banca nuestros ahorros. Es totalmente lícito querer ver tu riqueza incrementada a través de la multiplicación de tus ahorros pero lo que aquí se pone sobre la mesa no es descalificar esta acción, sino el hecho de que un Gobierno, mediante la educación de sus jóvenes, intente implantar un comportamiento en la sociedad que tenga como centro de operaciones la banca privada. Éste hecho no hace sino acrecentar aún más la sensación de querer situar a la banca por encima de la vida de las personas.

 Se omiten conceptos de máxima actualidad como la dación en pago o las acciones preferente



Y apunto esto volviendo al programa de Jordi Évole. Llama especialmente la atención cómo los alumnos de un instituto de Sevilla responden de forma automática y sin dudas a las preguntas lanzadas por el periodista, considerando que uno de los gastos obligatorios que tenemos hoy en día es pagar la hipoteca por delante de gastos de subsistencia como la comida, la ropa o los suministros, tal y como aparece clasificado en el material de la asignatura. Y me pregunto, ¿realmente la banca privada española ha conseguido estar por delante de nuestras necesidades básicas? Pues parece que sí. Si bien esta senda de comportamiento la tenemos arraigada en nuestra sociedad desde hace décadas, ahora el sistema educativo decide intervenir para mantenerla fuerte y no dejarnos lugar a dudas.
Por otro lado, se omiten conceptos, de los más actuales si caben, como la dación en pago o las acciones preferentes. No se trata de enseñar a los jóvenes a recurrir a la dación en pago para evitar el desembolso de una deuda (lo cual en España no es posible) sino mostrarles que existen ciertas posibilidades, como ha ocurrido en Estados Unidos, para ocasiones en que las situaciones personales son insostenibles, como la manutención de una familia en situación de desempleo, y que se pueda recurrir a dichos mecanismos para salvaguardar la subsistencia y dignidad de las personas. Actuación que no contempla este tipo de enseñanza.
Si hablamos de las preferentes, recodemos que son acciones sin vencimiento con una rentabilidad no garantizada que negocian entre banco e inversor con nuestros ahorros, no está de más acudir a los criterios que la asignatura trata de necesarios para una transacción responsable, como la ética, la sostenibilidad o la solidaridad, entre otros; ideas totalmente opuestas a las observadas en el funcionamiento bancario en los últimos años. A lo que me refiero es a cómo puede ser posible que banca y Gobierno inculquen un comportamiento únicamente de forma unidireccional, ¿no sería mejor predicar con el ejemplo? Es otra más de las artimañas que invitan a creer aún menos en la gestión de un banco y de un Gobierno que le respalda, quienes actuando de manera lícita y con sentido común supondrían un importante sector de bienestar ciudadano incluso sin dejar de percibir beneficios más que elevados.
Esto concuerda con las palabras del presidente de la AEB (Asociación Española de la Banca), José María Roldán, quien afirma que “el uso responsable de los servicios financieros requiere tanto información como formación”. Según su comentario, deberíamos suponer que la estafa a tantas personas mayores en el caso de las Preferentes se ha debido a su falta de formación, de lo contrario, no hubiesen sido estafadas. Siendo así, debemos considerar que el personal bancario y político (con alta cualificación) debería tener un comportamiento ético y solidario. Y por supuesto, no lo han tenido. Por tanto, ¿Qué sentido tiene implantar una asignatura creada por las instituciones que actúan de manera totalmente opuesta a lo que pretenden enseñar? Simplemente, desde mi opinión, el asegurarse que sus objetivos privados se seguirán cumpliendo y qué mejor manera que actuando sobre la base del futuro del país.
En resumen, la Educación Financiera sería una asignatura ineludible y con gran impacto en la formación de nuestros jóvenes siempre y cuando no fuese un arma arrojadiza que trate de imponer la salud de la banca privada a costa de los ciudadanos.




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