Felipe González condiciona su apoyo a Pedro Sánchez a que éste no descarte un pacto de Estado con el PP

El inusitado protagonismo asumido por el expresidente en los últimos tiempos está relacionado con una convicción que sigue defendiendo contra viento y marea: la gran coalición entre PP y PSOE como única receta eficaz para superar una crisis económica que dista mucho de estar resuelta.

Susana Díaz y Pedro Sánchez en la sede de Ferraz / PSOE
Susana Díaz y Pedro Sánchez en la sede de Ferraz / PSOE
“Siento vergüenza de la actual dirección de mi partido”. Así de contundente se mostraba en conversación privada un emblemático diputado del PSOE. No se refería al último gazapo, más bien despropósito -dado que fue realizado con premeditación-, de su secretario general, Pedro Sánchez, cuando en sede parlamentaria dijo eso de “miembros y miembras”, emulando a la que fue ministra de Igualdad, Bibiana Aído, y antaño amiga del actual líder socialista. El diputado en cuestión, hacía referencia a lo lamentable que a su juicio resulta que personas que carecen de auténticas convicciones de izquierdas y cuyo objetivo final es el poder por el poder, representen en estos momentos a un partido histórico como el PSOE, al que “están conduciendo a la desaparición”. Criticaba el “ridículo” al que Sánchez está sometiendo a su partido y defendía la necesidad y la esperanza de que tras las elecciones autonómicas y municipales del 24 de mayo, haya un relevo en el liderazgo de la "familia" socialista.
La vehemencia de este diputado refleja la opinión de no pocos socialistas de relevancia recogidas por ZoomNews, y dibujan una situación interna del PSOE mucho más preocupante de lo que trasciende a la opinión pública. Si ya resultaba perturbador y poco constructivo el hecho de que la presidenta del territorio con más militantes y, por tanto, con más capacidad de decisión e influencia,Susana Díaz, y el jefe de todos los socialistas, Pedro Sánchez, no se hablasen, los movimientos realizados por Ferraz para ralentizar la investidura de Díaz se han recibido en Andalucía como una traición sin precedentes y, en consecuencia, sin perdón posible. Y es quedesde el PSOE se apunta a dos líneas de movimiento: Sánchez-Rajoy e Iceta-Rivera.
En Sevilla se ha interpretado que el único propósito de estas maniobras era retrasar o dificultar la investidura de Susana Díaz para descuadrar su calendario y así evitar que pueda presentarse a las primarias que se han de celebrar el próximo mes de julio para elegir el candidato a la Presidencia del Gobierno. En el caso de que Díaz no lograse formar gobierno -el plazo máximo son dos meses desde la celebración de las elecciones- ésta debería convocar de nuevo a los andaluces a las urnas, pero ya sería en septiembre, coincidiendo con las catalanas.
Sánchez sabe que si Susana pretende arrebatarle el puesto tiene que ser “ahora o nunca”, y está empleándose a fondo para desconfigurar la hoja de ruta de la andaluza. El candidato o candidata del PSOE tiene que ser también líder de la oposición en las Cortes, lo que implica encabezar la lista al Parlamento, y por tanto, ser diputado nacional. Hoy Susana no lo es, de manera que solo puede desembarcar en Madrid abandonando Andalucía antes de que se configuren y cierren las listas para las elecciones generales. De ahí el reciente debate abierto sobre el adelanto electoral que podría ejecutar el presidente del Gobierno,Mariano Rajoy, beneficiando indirectamente a Pedro Sánchez.

Apoyos condicionados

A Sánchez le achacan desde el interior del PSOE que esté más pendiente de salvarse él que de reflotar el partido. “Desde la actual dirección sólo se trabaja en clave interna. Están más preocupados por su continuidad que de recobrar el pulso político ante la sociedad”, comenta uno de los “críticos” consultados por ZoomNews, quien rebaja el valor de los gestos y declaraciones de apoyo a Sánchez de algunos dirigentes -Guillermo Fernández Vara o Miquel Iceta, entre otros- y de pesos pesados del socialismo como Felipe González. “Se trata de apoyos coyunturales y condicionados. Todos ellos son coherentes con lo que entienden como ‘cultura de partido’. Pero no hay que confundirse: apoyan a la figura del secretario general, no específicamente a la persona de Pedro Sánchez”.
En este sentido el líder de los socialistas de Extremadura llegó a declarar que Sánchez debe ser el candidato a la presidencia del Gobierno, incluso sin primarias. Fernández Vara apoyó a Eduardo Madina hace unos meses, y su sintonía con Susana Díaz es cercana a grado cero. El choque entre ambos viene de atrás, de cuando José Blanco llamó entre otros al extremeño para que declarara públicamente su apoyo a Díaz para que esta fuera aupada a la secretaría general sin celebrar primarias. Fernández Vara se negó. El método no le parecía el correcto. Y ahí empezó un distanciamiento que dura hasta hoy y del que Sánchez es el principal beneficiario. Miquel Iceta, por su parte, también sujeta a Sánchez en parte como contrapeso a Carme Chacón. El secretario general del PSC se ha encargado de bloquear a una de las que podría enfrentarse a Sánchez en las próximas primarias.
¿Y Felipe González? El inusitado protagonismo asumido por el expresidente en los últimos tiempos está relacionado con una convicción que sigue defendiendo contra viento y marea: la gran coalición entre PP y PSOE como única receta eficaz para superar una crisis económica que dista mucho de estar resuelta. Cuando se le interroga en círculos privados, González defiende que un cambio radical de rumbo en la política española sería dramático para un país que debe un billón de euros y que sigue pidiendo prestado cada año 50.000 millones adicionales para pagar la factura.
Es esta convicción la que ha llevado a González a inmiscuirse en la vida interna de su partido, hasta el punto de aceptar el papel de ‘líder en la sombra’ frente a lo que considera un alarmante déficit de liderazgo en el PSOE. Este posicionamiento, tan descabellado para una buena parte de la militancia socialista, lo explicitó González en una entrevista después de compartirlo con algún compañero “de toda la vida” y algún empresario editorial.
Lo cierto es que la gran coalición tiene detractores, pero también defensores, todavía hoy “clandestinos”, dentro de su partido. Los que representan un teórico progresismo “auténtico” han mostrado frontalmente su rechazo, como es el caso de Eduardo Madina; y los que siguen a pies juntillas el manual de qué decir en público lo repiten en sus declaraciones ante los medios de comunicación, pero trabajan en la sombra para hacerlo posible. Incluido Pedro Sánchez. Confirma un diputado que la actual dirección comparte esta estrategia, pero que debe ejecutarse de manera poco evidente, digamos disfrazada. Mientras tanto, muchos de los miembros de la ejecutiva y del grupo parlamentario carecen de información sobre lo que se trae entre manos su secretario general, aunque cueste creerlo.
González ha sido colocado en el escaparate, porque así lo ha decidido, y sus declaraciones esta semana en Antena 3 no son producto del azar: “Mi apoyo es para el secretario mientras sea secretario; y si es candidato si hay primarias, apoyaré al que salga de las primarias”.
En estos momentos todo apunta a que Díaz será investida presidenta de la Junta de Andalucía en la segunda vuelta evitando convocar elecciones, de manera que tendrá todo dispuesto, según lo previsto, para “derrocar” a Sánchez si las circunstancias lo reclaman, ya sea con el plan A o el plan B -que lo hay-. Afirma un diputado leal a Sánchez que “temen una debacle electoral y que, salvo milagro, son conscientes de que Pedro no podrá continuar al frente del PSOE”. Por este motivo, los dirigentes socialistas están tomando posiciones. Saben que los puestos se reducen y que durante el próximo verano hay que confeccionar las listas a las Cortes. De manera que en el PSOE todos han activado el modo on para tomar posiciones de cara a la primarias.

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