Esto no es una Biblia... Por Fundación de los Comunes




El día 17, en una entrevista concedida a Le Figaro.Fr, Manuela Carmena decía, en alusión al Programa de Ahora Madrid, candidatura municipal que la ha llevado hasta la alcaldía de la capital española, que este “no es una Biblia […], sino una lista de sugerencias”1. Y no se puede estar más de acuerdo... con la primera parte. En efecto, los textos bíblicos son, sobre todo, desde el punto de vista de las personas creyentes, escritos transcendentes, es decir, textos que remiten a un afuera de este mundo, palabra revelada y transmitida desde un ente superior (Dios), capaz de trascender la voluntad humana, como poco, en dos sentidos: tanto por ir más allá de esta, como por ser de importancia superior a nuestra propia existencia.
El Programa de Ahora Madrid es, por el contrario, completamente inmanente. Sus palabras no pueden estar más apegadas a la experiencia de este mundo y a una experiencia experta, valga la redundancia, porque ha sido elaborado durante meses por personas que llevan mucho tiempo analizando dichos problemas y lanzando hipótesis en pos de resolverlos (urbanistas, economistas, feministas, ecologistas, activistas de plataformas de defensa de derechos como el derecho a la vivienda, el derecho al agua, el derecho a la ciudad, el derecho a la diversidad, etc.) y por personas, en general, afectadas por los problemas que pretenden resolver.
Un programa que, resultado de reuniones “interminables, para discutir de la tesis, la antítesis y la síntesis”2, nunca mejor dicho, ha logrado conjugar perspectivas de análisis muy distintas para lanzar en tan solo 71 páginas —cuya lectura recomiendo muy fervientemente—, un verdadero plan que aspira a construir otro modelo de ciudad. Un modelo de ciudad sostenible, accesible, asentado en la interdependencia de las personas toda vez que en su innegociable, maravillosa, singularidad. Un modelo, sobre todo, factible. Y esto porque no estamos ante un conjunto deslabazado de ideas más o menos ingeniosas3, más o menos populistas, como la de proponer cooperativas de madres que limpien los colegios —ideacas, que diría un muy querido compañero mío—, sino ante un PLAN en su sentido literal, esto es, pensado para aplicarse en el medio plazo, al objeto de generar transformaciones profundas y duraderas.
Porque no se trata, precisamente, de poner parches o de arreglar de forma parcial o momentánea problemas estructurales profundos que ahora padecemos (como la extrema desigualdad y, resultado de ella, los desahucios, los hogares sin ingresos, la pobreza infantil, o como el heteropatriarcado y, resultado de él, la homofobia, el odio racial, etc...). Se trata de un programa que articule un cambio estructural profundo.
Esta es la perspectiva de una manera de pensar la política que, más o menos nueva o vieja —no doy un valor positivo per se a ninguno de los dos estados, por lo demás, transitorios, de las personas y de los proyectos—, no busca ofrecer un menú más o menos suculento con el propósito de ganar más comensales y con ello engordar resultados electorales, sino que dispara a un blanco mucho más ambicioso: hacer que las instituciones sean el instrumento a través del cual las personas que habitan la ciudad, muchas de ellas organizadas desde hace tiempo en colectivos de defensa de la misma, tendrían un papel protagonista.
Como todas sabemos, Carmena ha repetido en múltiples ocasiones que gobernar es escuchar. Y escuchar, en el caso de una candidatura municipal como Ahora Madrid, es un ejercicio exigente, pues no consiste solo en convocar a la ciudadanía para su participación en consultas vinculantes sobre cuestiones centrales para nuestra vida en común, sino también, y sobre todo, en aplicar aquello que en Ganemos (una de las fuerzas que integran Ahora Madrid) llamamos, haciendo nuestra esta consigna zapatista, “mandar obedeciendo”. Es otras palabras, aplicar decisiones antes que tomarlas por cuenta propia, decisiones tomadas por la gente, empezando por la gente organizada que compone su propia iniciativa política y que ha decidido que, como decía mi abuela, “cuatro ojos ven más que dos”; es decir, que una sola persona, por muy sabia y anciana que sea (y mi abuela lo era) no puede encontrar por sí sola mejor solución a problemáticas complicadas que un colectivo plural (en edad, experiencia, identidad sexual, formación, etc..) que ha de llegar, además, en una relación de horizontalidad, a acuerdos.
Si nuestra nueva alcaldesa escucha con atención, como ha prometido, y accede, en consecuencia, a ser correa de aplicación de lo decidido colectivamente, para empezar, desde su fuerza política, tendrá que tomarse muy en serio, para empezar, las 6 medidas que alcanzaron mayor consenso en las elecciones primarias que la colocaron como cabeza de lista. Entre ellas la paralización de desahucios y desalojos de vivienda  y la muy vinculada a esta de recuperar y poner en uso las viviendas de la Empresa Municipal de la Vivienda (EMVS).
Tendrá entonces que explicar a Marta Higueras, responsable de Área de Gobierno de Equidad, Derechos Sociales y Empleo, o mejor dicho, tendremos que hacerle entender entre todas las personas que participamos en Ahora Madrid, que estar en el Ayuntamiento, esto es, haber abierto las instituciones a la ciudadanía, es, precisamente, tomar por bandera el Sí se puede —porque ahora, por fin, sí se quiere— para hacer lo que antes nos decían que no era posible. Como, por ejemplo, parar desahucios.
Porque política es, precisamente, ampliar los horizontes de lo posible. Y por eso estamos en Ahora Madrid: para hacer política, para hacer posible lo que otros antes tachaban de imposible.
 

Comentarios